Anécdota de viaje a Croacia: visita a Senj

Antes de mi viaje hacia Croacia, Irene Chavich, una amiga de la Colectividad Croata de Córdoba, me contactó con su tía Ljubica, que vivía en San Ivan Zelina, pequeña localidad europea, y así alojarme en su casa. Como además del croata, ella sabía hablar castellano, me sería de ayuda por el idioma y además sería más fácil mi recorrido por ese país, si lo haría junto a ella.

Por: Verónica Sudar      

En este viaje soñado pude conocer diferentes lugares y lo más importante, visitar Senj, ciudad croata donde nació y vivió en la infancia, mi papá Antonio Sudar, y además visitar Brusane, población ubicada frente a los montes Velebit, lugar donde nació y vivió mi abuelo paterno, Franjo Sudar.

A una semana de pisar el país de mis ancestros, me dispuse a emprender la búsqueda, y partimos desde Zelina con Ljubica rumbo a Senj. Recorrimos el camino observando por largo rato una vista preciosa de esa cadena montañosa, llena de plantas y pinos de un color verde intenso. Y por fin llegamos a la ciudad, pero sin ninguna dirección precisa, más que con lo que me había contado mi tía paterna Ivanka, que vive actualmente en la Falda. Recordó que la casa donde vivió mi abuela paterna Nevenka, antes de casarse, estaba frente a una plaza y que mis bisabuelos tenían una panadería. Mi tía me indicó que había además, dos casas de la familia: una había sido donada a la Iglesia y otra donde vivió mi papá, había sido tomada por el Gobierno, finalizada la segunda guerra mundial. Desgraciadamente mi papá no pudo volver a Croacia, ni indicarme con más precisiones cómo encontrar la casa donde vivió, ya que fallece antes de mi viaje.

Ya me encontraba en Senj, cargada de fotos, cartas viejas y con muchas ganas de desandar la historia.  Nos bajamos del colectivo que nos llevaba, caminamos solo una cuadra, y Ljubica me hizo notar que estábamos frente a una plaza; yo no me había dado cuenta porque no era como me la había imaginado,  con hamacas, bancos y mucho verde – como son las plazas donde nunca me cansé de jugar, en las localidades donde viví de chica, Del Campillo y Villa Valeria – sino que esta plazoleta croata, era de piso de cemento y con un gran  monumento. Gran sorpresa nos llevamos porque estaba en una zona comercial, rodeada de negocios nuevos y no había ninguna panadería ni casa de familia a donde poder consultar. ¡Qué problema!

Nuevamente mi compañera de viaje, divisó un pasillo sin puertas ni rejas entre dos negocios y no dudamos en entrar a preguntar sobre mi familia. Nos metimos y nos condujo a un patio de una casa. No había nadie en ese momento, pero no pasó mucho tiempo para que, al observar su construcción, con gran sorpresa me diera cuenta de algo familiar; y le dije a la tía Ljubica: “¡La puerta!”. Busqué entre todas las fotos familiares que traía conmigo desde Argentina y me quedé sorprendida; sí, en el fondo vi una puerta que estaba retratada en una de las fotos viejas familiares que la abuela Nevenka había llevado desde Croacia hacia Argentina, entre sus recuerdos. La foto estaba tomada justo en ese patio, frente a la puerta: mi abuela, mi abuelo y mi tía Ivanka. La emoción fue enorme porque por casualidad e intuición encontramos lo que buscábamos, en parte por recordar los detalles de las fotos, y principalmente porque el destino y mis ganas lo había querido así.

 Sin esperar un instante golpeamos en una puerta de un departamento interno y salió un matrimonio de personas mayores. La tía de Irene, les contó que yo buscaba mis orígenes, y mayor sorpresa imposible: el Sr. era ahijado de bautismo de mi bisabuela Mara, madre de mi abuela. Nos contó que la casa con la cual compartían el patio había sido de Mara, que en su frente ya no era la panadería de mis bisabuelos, sino un vistoso bar. Nos contó que cuando sus 2 hijos se escaparon de Croacia perseguidos en la guerra y sin poder regresar, Mara le deja la casa, de herencia a un sobrino que la cuidaba en sus últimos años de vida;  al fallecer este sobrino, se la dejó a su hijo y es la familia de él, quien la habita en la actualidad. Inmediatamente nos fuimos a conocer la casa por dentro y a quienes la habitaban. Nos hicieron pasar, nos mostraron algunos muebles y cuadros que pertenecían a mi bisabuela. Nos contaron muchos detalles de mi historia familiar, y allí, más que nunca fue de gran ayuda contar con Ljubica, quien me traducía todo lo que me contaban. Fue muy emocionante estar comiendo en la casa donde vivió parte de mi familia y escuchar características sobre Mara, quien era una mujer de carácter fuerte y también muy querida. Saber parte de la historia de la familia hizo que me emocionara inmensamente: por momento sonreía y otras veces lagrimeara de grata emoción. Esa misma tarde, también me acompañaron a conocer la casa donde vivió sus primeros años de vida, mi papá.

En ese momento, me vi pisando las calles de Senj, un lugar soñado, añorado por mi padre y por todos los que emigraron de ese lugar y nunca pudieron volverlo a caminar sus calles, ni oler el aroma de su aire y sentir la brisa del Bura, viento que de tan fuerte que sopla no deja crecer vegetación en partes de las montañas.  Este viaje me hizo dar cuenta, que ni el tiempo, ni el fuerte viento Bura, pudo llevarse la historia, las vivencias y los recuerdos de mi gente.


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